domingo, 6 de octubre de 2013

Participación ciudadana. ( 1ª parte)


Repasemos los conceptos participación ciudadana, movimiento o asociacionismo vecinal, democracia representativa y democracia participativa. Es interesante y necesario.

Lo que tenemos y padecemos es una democracia representativa. Así está recogido en la Constitución y a este principio elemental nos remiten los gobernantes de cualquier administración en el debate político. Dos más dos, cuatro. Cada cuatro años, votamos y elegimos a unos representantes. Todo ello, haciendo uso de nuestros derechos y deberes, con derroches en campañas electorales (amañadas con sobres) y practicando las libertades de reunión, expresión, manifestación, etc… Llegamos a creernos casi todo lo que nos prometen y venden y lo confirmamos cerrando el contrato emitiendo un tímido voto; otros, no compran nada o no votan, pero eso sí, siempre serán libres para sufrir las consecuencias de leyes aprobadas en las Cortes, los decretos del Consejo de Ministros y hasta para quejarse por las calles; la tranquilidad para los gobernantes es que todo queda en una pataleta.

Este es el modelo de farsa y falsa democracia que nos dieron y nos dimos. Vivimos en ese engaño y poco hacemos por cambiarlo. Algunos –pocos o muchos- estamos ahí, imperturbables y más o menos firmes (según te coja el día), muchas veces confusos por el devenir diario y sus avatares, pero otros están muy perdidos porque aún están buscando fórmulas y estrategias, porque aún necesitan más experimentos dado que las herramientas con las que contamos no les valen. Como alquimistas están buscando la fórmula de cómo fabricar oro, una quimera. Mientras, las multinacionales siguen perfeccionando su sistema de controlar la economía, manejando al poder político –y entremetiéndolo en sus estructuras- que es el que configura la composición vertical de los organismos internacionales que concentran las decisiones en los mercados, las bolsas, las inversiones en qué sectores, en qué lugares del planeta, las deslocalizaciones, las tasas e impuestos, los intereses, el euríbor y toda la trama financiera puñetera. Ellos están perfeccionando sus modos y herramientas. ¿NO podemos hacer lo mismo? Mejorar, perfeccionar lo existente, sin desechar lo válido, lo útil, lo que está aguantando y progresando, aunque lentamente.

A primera vista, la Constitución recoge fórmulas para la participación ciudadana: el asociacionismo, el referéndum, la iniciativa legislativa popular (I.L.P. nombre rimbombante) etc… ¿En qué se quedan estas figuras? Vamos por parte:

El asociacionismo político y sindical, muy mal visto y parado hoy, es el que perdura, sin embargo. Está resultando ser el tejido, deshilachado, que vertebra parcialmente a la nación, aunque comprobándose que es débil –bajo porcentaje de afiliación-, está encorsetado por un hilo duro –el rígido aparato de las cúpulas- y alejado de la ciudadanía y sus necesidades. Tiene muchos defectos y vicios –no vamos a enumerarlos- pero, son a la postre, unas herramientas accesibles para transformar este sistema capitalista. El otrora asociacionismo vecinal decayó. No es lo que era. Hoy, el 15-M es un movimiento, no está organizado. Va a menos… Están las “mareas”, les falta articulación transversal. Ese es el panorama, nos guste o no.

El referéndum o someter a la consulta popular una decisión. En 35 años sólo hemos tenido tres citas: por la reforma política (transición, sin ruptura, a la democracia); el segundo, por el modelo de acceso a la autonomía para Andalucía, y el tercero, uno de los timos del PSOE, el de entrar o no en la OTAN. Balance muy pobre para tantos años democráticos.

Otra forma: la I.L.P. o iniciativa legislativa popular. SE trata de recoger medio millón de firmas, que hay que cotejar, para lograr presentar una propuesta al Pleno del Congreso. Allí, el partido en el gobierno, se encarga de tumbarla. O sea, un paripé, un caramelo con un envoltorio atractivo, pero amargo. Si apuramos, hasta contamos con el Defensor del Pueblo, efectista figura, pero de dudosa eficacia o rentabilidad. No es un órgano de control, no decide; ni vincula decisiones del gobierno. Es un consuelo o asidero, cuando alguna instancia no nos escucha. O sea, un confesor que nos atiende, pero que del tirón de orejas al responsable del gobierno no pasa. Elabora su memoria y seguro que habrá corregido algún error, pero no los crónicos defectos y vicios de una administración pesada e insensible ni las negativas actitudes de unos administradores altaneros.

La democracia por la que apostamos en la participativa; la que abre los cauces y ofrece los instrumentos a la participación vecinal, dando voz y voto, a una ciudadanía organizada bajo siglas que representan a sectores diversos (partidos, asociaciones de vecinos, de consumidores, culturales, deportivas, laborales-sindicatos…) imbricadas o no en movimientos socio-políticos, siempre dentro de un marco o estructura orgánica que siempre aporta consistencia y dinámica democrática, transparencia y más o menos fortaleza y continuidad en la lucha, según la disciplina de sus militantes.

El panorama es complejo:
-la participación ciudadana viene siendo recortada desde los orígenes democráticos.
-el movimiento asociativo vecinal por barrios fue fuerte, estaba bien organizado. Fue caldo de cultivo para la formación política de ciudadanos activos y comprometidos. También fue trampolín para arribar a parcelas de poder municipal. Estuvo descansando en militantes políticos, sindicales y religiosos que luchaban por conquistas parciales y otros objetivos universales de clase: libertades, derechos, laborales, etc…
-Hoy el asociacionismo vecinal está quedando para determinados logros y necesidades específicas del barrio, talleres de ocio y otras actividades culturales o festivas. La lucha y participación ciudadana se está diversificando por sectores y en función de objetivos coyunturales-temporales, no por revolucionar los ejes estructurales del sistema neoliberal. No se habla, se pasa de largo, de socialismo frente a capitalismo; tampoco de planificación económica, control del gasto público –que no recorte- frente a las directrices del mercado y la Troika del Fondo Monetario, Banco Central Europeo y otras mafias. Ni se menciona nacionalizar los recursos energéticos, construir una banca pública; no se cuestiona los bloques militares ni la carrera de armamentos en defensa de una educación en la no-violencia hacia sociedad tolerante y pacifista; no se apuesta decididamente por el ecologismo y las energías renovables frente a un desarrollismo consumista y un urbanismo depredador, etc … Hoy, los discursos políticos además de ser mediocres, están llenos de eufemismos. Lo que mola es lo políticamente correcto. En una democracia, si de verdad se precia, no debe haber palabras ni ideas tabús. Si la monarquía es un modelo obsoleto, que falta a la misma Constitución, y los que la ostentan son impresentables, sólo queda reprobarla con todas las de la ley, sin temor alguno. ¿Y eso cómo se cóme? Un referéndum.

15-M.-La participación-lucha ciudadana se expresó en un movimiento no-violento y asambleario que alteró la conformista atmósfera social del momento. Cuestionaba los desmanes y descaros enquistados en la acción política desde cualquier instancia. Criticaba con ingenio y rotundidad, apuntaba directo, se manifestaba púbica y valerosamente; llegó a extenderse por toda la geografía. Rechazaba constituirse en una formación socio-política o r g a n i z a d a. Sentía el temor de reproducir los mismos errores que en las otras criticaba. Esa falta de esperanza en crear un órgano-partido político revolucionario, de nuevo cuño, modelo y ejemplo para el resto, que aglutinara a células –todas de libre configuración, grupos locales independientes- y posibilitara un movimiento-coalición unida y articulada orgánicamente bajo una misma denominación, ha sido el punto débil, el talón de Aquiles, su flaqueza. Hoy sólo quedan testimonios fugaces, un rescoldo. En Rota, el Bloque, buen fruto de aquella semilla. Al 15-M le ha faltado confianza interior y valor responsable para construir una nueva sigla y mantenerse coherentes y fuertes dentro de ella, sin cometer los pecados-las malas y corruptas prácticas políticas- que del resto rechaza y abomina.

Hoy, frente al PP y los recortes y la corrupción instalada en el seno de partidos que nos han y están gobernando, salen a la calle las mareas, cada una con su color y estribillo, pero ninguna raja del capitalismo; muy al contrario, tapándose la nariz, votan a Rajoy o pasan de votar, los más progres, que dicen que ya son casi el 50 % de los electores. Así nos va con la alternativa global del movimiento vecinal para la participación ciudadana de agrupaciones independientes locales, progresistas y asamblearias. Continuará.

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