martes, 3 de enero de 2017

La reforma laboral por Enrique Pérez





La reforma laboral por Enrique Pérez



La reforma laboral parece ya una cosa del pasado, del año 2012, año en el que se aprobó la última. Sus efectos, sin embargo, no pueden ser más actuales, imprimiendo su carácter en cada despido, en cada negociación colectiva.

Es una historia de perdedores y de ganadores. Nació en 2010 bajo el gobierno socialista que comenzó con la regresión de los derechos laborales. A muchos de nosotros (asalariados, trabajadores, etc.) no nos gustó y por eso votamos en masa al Partido Popular. La traición fue en aumento: pues, a pesar de que este partido prometiese más y mejor empleo, finalmente apuntaló el despido barato y el empleo precario. Nos enteramos hace poco que esta reforma liderada por Fátima Báñez sorprendió gratamente a los grandes empresarios, lo ganadores, porque se aprobó una ley que iba mucho más allá de lo que ellos tenían en mente, una vuelta de tuerca más al trabajador.

Muchos han sido los cambios introducidos por este gobierno: indemnización de 33 días por año trabajado, contratos indefinidos con periodo prueba, equipara las ETTs con los servicios públicos de empleo, desregulariza de la jornada parcial, facilita a los empresarios descolgarse de lo acordado en los convenios colectivos, se facilitan los despidos colectivos, etc.

Estas son palabras y conceptos que nos suenan ajenos en muchas ocasiones. Pero, ¿a todos? No, a todos no. Almudena trabaja en una heladería de lunes a domingo durante los meses de verano para poder pagarse el resto del año. En su contrato no pone eso. Cotiza cuatro horas al día pero trabaja más. Seamos justos: algunas horas extras sí que se las pagan. Cuando llega a casa le duelen los pies y está cansada de trabajar sin descanso. Quiere conseguir algo mejor pero de momento esto es mejor que nada.

Julia está fija en una empresa, tiene una posición estable y está contenta por ello. En el último año despidieron a cuatro compañeros y al resto les cambiaron el convenio laboral. Tiene una hija de 2 años. Desde que le modificaron el horario regular del convenio a otro que se estable según la demanda de cada semana, no sabe como planificar la semana para que la niña no pase todo el día en la guardería. Lo ha hablado con sus compañeros pero nadie quiere moverse porque podría pasarles lo mismo que a los que despidieron.

Alonso trabajaba para una compañía de telefonía pero le despidieron. Al cabo de los meses lo contrataron en otra. El trabajo era el mismo, también la empresa para la que hacía sus servicios subcontratados. El salario y las condiciones sí que habían cambiando.

Estas historias son las que existen detrás de las reformas laborales. Estas historias ya no nos suenan tan lejanas. Son las historias de los perdedores, la de un familiar, la de tu vecina, la de los que se avergüenzan tanto que mejor no te la cuentan o la nuestra propia. Nos dijeron que para crecer había que ganar en competitividad. Lo que no nos contaron era que la competitividad la iban a ganar a nuestra costa. A costa de bajar los salarios, de destruir convenios, de dolores de pies y de cabeza. Para así ellos ganar en beneficios.

Es una historia de perdedores y de ganadores. Nosotros hemos perdido pero no nos resignaremos. Por eso apoyaremos a nuestros compañeros en cualquier conflicto laboral. En Izquierda Unida hemos trazado un plan de acción. Buscamos no sólo estar en el conflicto sino también serlo.

Para que no pierdan más siempre los mismos. Para que no sigamos perdiendo.

Este es un texto completo y posteriormente reducido 
para incluirlo en el Comunica de diciembre de 2016,
 desde aquí nuestro agradecimiento a nuestro compañero 
Enrique por su compromiso.