LA TRIBU por Manuel Carmona Curtido
Desde
que era pequeño, en casa no se le dio demasiada importancia a la escuela, es
más, el colegio era una especie de guardería a la que tenía que ir, cuando
quería ir, y nadie se preocupaba si tenía deberes, o no tenía, si me portaba
bien, o si me portaba mal, mis padres no iban a tutorías, y las notas, que yo
recuerde, nunca fueron a recogerlas.
Como
era de esperar, salí de la enseñanza obligatoria sin la titulación, algo a lo
nunca he dado importancia. Pues nunca he pensado que fuera algo útil.
Perdí
a mis padres en la adolescencia y me crié con mi abuela, a la que he dado más
de un dolor de cabeza, aunque no soy mal tipo, me he metido en algún que otro
lio.
Las
ganas de tener una familia, hizo que dejara embarazada a mi novia con apenas
dieciocho años, y dos años más tarde vino mi segundo hijo, esta vez se puede
decir que fue un descuido. Desde ese momento sólo una idea me ha rondado por la
cabeza: mantener a mi familia.
Siempre
he sabido buscarme la vida sin hacer daño a nadie, salir a mariscar, recoger
chatarra, aparcar coches, hacer rifas… cualquier cosa que me permita llevar a
casa el sustento del día. Aunque no es fácil. A veces la policía me retira, lo
que tanto me ha costado mariscar, alguna que otra multa por aparcar coches o
“retirar” chatarra de propiedad ajena, me ha conllevado sanciones menores a las
que nunca les he dado la menor importancia.
Pero
ha llegado la hora de darle la importancia que merece. Por el impago de todas
estas sanciones, al no poder pagarlas, el juzgado me condena a quince meses de
cárcel, que tengo que empezar a “pagar” voluntariamente en el plazo de 5 días.
¿Quién
se hará cargo de mi familia ahora? Todo se oscurece a mí alrededor.
Evidentemente
esta no es mi historia, pero sí es una historia real, este chaval, porque no
deja de ser un niño, está condenado desde su nacimiento, y debió de esforzarse
mucho más que cualquier otro joven de su edad, para no haber terminado así.
Pero,
¿Quién o quiénes son los responsables de lo sucedido?
Algunos
dirán que el responsable es él mismo ya que es el que ha elegido el camino a
seguir, pero, ¿no nos marca la senda nuestro entorno? ¿Y únicamente podemos
hacer pequeñas variaciones en lo que el “destino” nos tiene preparado?
Otros
dirán que los responsables son la familia que no supo guiar al joven de nuestra
historia, pero cuándo la prioridad es dar de comer a tu familia ¿no pasa el
colegio a un segundo plano?
Habrá
quien dirá que es el entorno el que ha llevado a nuestro joven al trágico
final, pero cuando cada uno de nosotros tenemos preocupaciones directamente
relacionadas con nuestra propia supervivencia ¿no damos de lado a lo que
tenemos alrededor?
Hay
un proverbio africano que dice que “para educar a un niño hace falta una tribu
entera”, si entendemos “tribu” como “sociedad” creo los culpables somos todos,
todos y cada uno de nosotros hemos fallado como sociedad cada vez que se da un
caso similar al de esta historia.
Esta
sociedad individualista y competitiva que hemos creado, donde lo importante es
el resultado y no como se obtiene el resultado, donde lo estético está por
encima de lo ético, donde programas como “Sálvame” tienen más audiencia que
“Saber y ganar”, donde hablamos mucho y hacemos poco, un país donde los grandes
defraudadores se van a esquiar y los “robagallinas” atestan las cárceles del
país, es una sociedad fracasada, y mientras el Yo esté por encima del Nosotros
seguiremos fallando como sociedad.
Siempre
estamos a tiempo de dar un giro a nuestro destino, hagamos entre todos una
sociedad mejor.
Salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario