España ha afrontado siete leyes educativas, un baile de siglas que ha
confundido a alumnos y a profesores a lo largo de 38 años. El último
cambio fue el de la LOMCE, impuesto en 2013 por la entonces mayoría
absoluta del PP frente al resto de partidos. La polémica surgió tras el
decreto ley sobre las llamadas "reválidas" en
la ESO y en Bachillerato, unas pruebas que limitan a un solo examen
obtener el título académico y que ignora los hasta 18 años de formación
del alumnado. La reacción de padres, profesores y sindicatos ha sido
convocar una huelga general en la enseñanza pública y manifestaciones en
más de 50 ciudades y localidades el pasado 26 de octubre.
“La LOMCE supone volver décadas atrás, volver a las reválidas franquistas: un atraso tremendo, una involución brutal”, Ana García, secretaria general del Sindicato de Estudiantes, una de las organizaciones que convoca la huelga.
Su temor es que el PP va a vuelve a repetir en
el poder, lo que conllevará más recortes. “Nos opusimos desde el primer
momento (…) porque supone precariedad y sobreexplotación. Generar mano
de obra barata, desprovista y desarmada frente a las empresas”,
argumenta García, quien defiende que los jóvenes quieren estudiar y un
trabajo digno.
Desde el sindicato lamentan los 30.000 profesores
despedidos y las decenas de miles de españoles que se han quedado fuera
del sistema educativo durante la crisis. “Es necesario un plan de
emergencia que dedique un 7% del dinero público a centros públicos y
hacer una nueva ley educativa consensuada, lo opuesto a lo que hizo el
PP”, expone García. Una postura que comparte la Confederación Española
de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), entidad que se ha unido a la
causa. El presidente de CEAPA, Juan Luis Pazos, valora
así el decreto ley de la LOMCE: “Hace que nuestros hijos vean a los
compañeros como rivales que hay que superar y abandonar. Es un mensaje
demoledor. Visualizan que el sistema prefiere que se marchen”.
A
la meta de vaciar las aulas el 26 desde primera hora de la mañana le
seguirán las manifestaciones por la tarde, convocadas también por el
Sindicato de Estudiantes, CEAPA, CCOO, CGT y UGT. “La sociedad está
indignada porque han convertido la educación en un campo de batalla”,
asegura Paco García, portavoz de la Federación de
Enseñanza de CCOO. “Es una ley privatizadora que ha venido acompañada de
la mayor catarata de recortes, estamos a niveles de finales de los 80
si medimos en porcentaje la aportación pública a Educación. Tenemos
que recuperar el nivel de 2009”.
La convocatoria tanto de huelga como de las manifestaciones cuenta además con el respaldo de Podemos e Izquierda Unida (IU). Sandra Mínguez,
responsable de Educación de la formación morada, resalta que desde su
partido todos los responsables en todos los municipios están registrando
iniciativas contra el decreto ley de la LOMCE. “Estamos en contra y así
lo indicamos en las votaciones en todos los ámbitos institucionales”.
El coordinador de Educación de IU, Enrique Díez,
recuerda que la LOMCE ha sido rechazada mayoritariamente por la
comunidad educativa además de por el Congreso de los Diputados hasta en
dos ocasiones en los últimos meses. Díez llama a toda la comunidad
educativa a secundar masivamente la salida a la calle.
Las reválidas, punto caliente del debate
Como cada viernes,Soraya Sáenz de Santamaría,
vicepresidenta del Gobierno, comparecía ante los medios tras el Consejo
de Ministros. Era el 29 de julio de este año. Anunció entonces el
decreto que causa las movilizaciones de padres, estudiantes, sindicatos y
partidos. La dirigente del Partido Popular afirmaba que era una
iniciativa en pro de la igualdad de oportunidades. Sin embargo, la
comunidad educativa señala que si en 4º de la ESO se suspende la
reválida no se obtendrá título académico y la única opción será la
Formación Profesional Básica (FP).
Las reválidas consisten en
siete pruebas de 60 minutos y con un máximo de 15 preguntas que
evaluarán en 4º de la ESO a los alumnos a lo largo de cuatro días. El
estudiante deberá examinarse o bien de Enseñanzas Académicas para
acceder a Bachillerato o bien de Enseñanzas Aplicadas para optar a la
FP. Una vez elegida su opción, realizarán cuatro exámenes iguales para
todos (Matemáticas, Lengua Castellana y Literatura, Geografía e Historia
y Primera Lengua Extranjera). Las otras tres pruebas serán de dos
materias optativas y de una específica (excluidas Educación Física,
Religión y Valores Éticos).
Al aprobado en la reválida de
Enseñanzas Académicas le sigue el Bachillerato. Al término de esta
etapa, el alumno se enfrentará a otra prueba que sustituye a la actual
Selectividad. En concreto, son ocho pruebas de 90 minutos con descansos
de 20 minutos y con un máximo de 15 preguntas. El proceso abarca cinco
asignaturas troncales, dos opcionales y una específica que se examinarán
a lo largo de cinco días. En caso de suspender, no se obtiene el
certificado y la salida será FP Grado Medio o Superior. Si se supera,
podrán acceder a la universidad o a FP Grado Superior.
Otro de los
puntos de choque es que las universidades pueden decidir cómo
seleccionar a sus potenciales estudiantes.
Esto ha despertado la alerta
tanto en los progenitores como en los alumnos. De seguir adelante,
afectaría a la movilidad de los jóvenes entre distintos centros de
estudios, un posible escenario que los rectores ya han rechazado
abiertamente.
Las
reválidas tendrán efecto este curso aunque en caso de no superarse se
mantiene otorgar el título académico de la ESO y de Bachillerato (no
será así en la siguiente promoción). Hasta ahora, la Selectividad
condicionaba el acceso a la universidad con cinco pruebas como punto de
partida y otras cuatro optativas para subir nota, según marcaba el
último cambio educativo, con una puntuación de hasta 14 puntos. La nueva
prueba deja en el aire cómo se fijará el resultado. Además, será el
Estado el que dicte el marco general del contenido y queda a cargo de
las comunidades redactarlo. El peso del examen seguirá en un 40% y
permanecen las dos convocatorias anuales, una ordinaria y otra
extraordinaria.
Aguntín Moreno profesor de
Historia en un instituto de Vallecas (Madrid), considera las reválidas
como medidas que fuerzan una mejora académica ficticia. “La LOMCE
establece asignaturas de primera y segunda categoría”, asegura. Se
refiere a que un alumno de la ESO puede pasar de curso con hasta ocho
materias suspensas ya que todas las materias troncales sí o sí deben
aprobarse, mientras que un solo cinco entre las restantes asignaturas de
libre configuración o específicas basta para seguir avanzando. Moreno
señala que esto va en contra de la cultura del esfuerzo que predica el
PP.
El 30 de noviembre es el tope para la orden ministerial que
fijará las reválidas. Comunidades como el País Vasco, Cataluña,
Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón, Baleares y Asturias
se han pronunciado en contra y algunas de ellas recurrirán ante el
Tribunal Constitucional la medida.
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