Diez noches
rodando por las plazas roteñas la palabra hilvanada en la poesía y la prosa novelada, a instancias del escritor
roteño Felipe Benítez Reyes, que embaucó a Luis, Almudena, Benjamín y otros.
Todo arrancó en el salón de nuestra sede en Blas
Infante, entonces sin tantos reclamos ni publicidad. Aún así, el salón
abarrotado rebosaba por la entrada, hasta taponar el tránsito. Sin aire
acondicionado, un calor pegajoso, “sarna
con gusto …”.
Allí estuvimos un segundo año; al tercero, salimos a
la calle, a la plaza Concejal Justo de la Rosa, un coqueto espacio ¡al aire
libre! Al siguiente, se quedó
pequeña; por entonces se había unido al
corro Joaquín Sabina, que tiene su
tirón. Fue un debate si convendría pasar cada verano por un barrio diferente.
Sin tenerlo claro, estuvimos deambulando y llegamos a la Plaza de España, la
plaza La Plancha. Allí se nos unió otro granadino, el rockero Miguel Ríos. El cartel ampliándose, iba quedando de lujo.
Los excrementos de los gorriones –residentes entre los
plátanos de sombra- caían sobre las sillas, nuestros hombros y cabezas…
acabaron por empujarnos a la plaza de Bartolomé
Pérez, entre la parroquia, la Puerta del Mar (arco del muelle) y el
Castillo de Luna. A este noble plaza volvimos un segundo año. Allí evocamos a
Alberti y Angel González. El marco, una delicia. La plaza, hasta la bandera.
Noches redondas. Poesía y canción al aire, una propuesta de primera magnitud en
el programa cultural no ya de Rota, sino de Andalucía toda.
Al siguiente verano aconteció que para la fecha
elegida, la plaza estaba ya ocupada. Se nos propone la más joven y amorfa, la
plaza de La Merced. Hubo detractoras, pero hubo quienes defendían sus ventajas: aparcamiento, la esbelta
silueta de la torre y sus bóvedas, no ser una ruta de trasiego, sino un destino
elegido. Y en ella seguimos, tiene su encanto. Las cavidades de la torre
retienen los repentinos versos del repentista cubano Alexis Díaz Pimienta que
abrochaban el cierre de noches inolvidables.
Luis y Cía han ido tramando con habilidad cada noche,
enriqueciendo el cartel hasta límites muy elevados, progresión insostenible. El
público de diez: ponía la banda sonora del silencio, la atención sostenida, en
clave de luna y estrellas, al compás del binario parpadeo sorprendido por los
apellidos y la palabra de los que subían a escena. Una sencilla aportación de Izquierda
Unida a Rota, las letras y la cultura.
Nueva etapa; otro cartel, otras voces jóvenes, otra
clave y esperamos que el mismo público con la misma partitura: cultivar la
palabra con la brisa húmeda a orillas del Atlántico roteño.
Manuel Jesús Helices Pacheco.
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